Estuve en la boda de un buen amigo hará unos tres años más o menos.
Después de la boda y justo antes del banquete nos fuimos a un antro a tomarnos unas copichuelas y después de tres o cuatro pelotazos nos acercamos a una peña, en los aledaños del lugar del invite, a ver los primeros compases de aquel Cádiz-Logroñes de liguilla. Nos fuimos al banquete en el descanso, con 1-0 en el marcador, resultado positivo para empezar una boda.
Durante los entremeses nos sobrevoló la idea de asomarnos a ver como iba el partido (se jugaba el ascenso en aquella liguilla de la muerte, ¡joder!), y en ese momento que nos asomamos, empato el Logroñes.
Con los nervios nos quedamos 5 minutos más, y otros 10, y marco el Cádiz el 2 a 1 (Sambruno) y no nos volvimos a la boda hasta que terminó. Unos tios como trinquetes en chaqueta y corbata por el suelo celebrando que cada vez estábamos más cerca.
Llegamos a la boda por el segundo plato, cantando Ese Cádiz Oe! (por cierto una cena en la que gran parte de los comensales estaba pagado a transistor) y la gente nos saludaba como si hubieramos jugado nosotros, y además con alegría cadista. Nos pusieron el primer plato y el segundo isofacto, y en ese momento, no sé que fué a hacer la abuela (o pariente cercano de avanzada edad) del novio que se cayó dentro de la fuente que decoraba el lujoso patio, media boda asustada, la otra media de carcajada contenida, excepto nosotros que con varias copas de más, viendo el fútbol, acabamos cantando ¡A la fuente oé!... (toda celebración futbolística tiene como objetivo bañarse en una fuente) y que conste que no la secundamos porque el ascenso no era matemático del todo, que si no...
Después de la boda y justo antes del banquete nos fuimos a un antro a tomarnos unas copichuelas y después de tres o cuatro pelotazos nos acercamos a una peña, en los aledaños del lugar del invite, a ver los primeros compases de aquel Cádiz-Logroñes de liguilla. Nos fuimos al banquete en el descanso, con 1-0 en el marcador, resultado positivo para empezar una boda.
Durante los entremeses nos sobrevoló la idea de asomarnos a ver como iba el partido (se jugaba el ascenso en aquella liguilla de la muerte, ¡joder!), y en ese momento que nos asomamos, empato el Logroñes.
Con los nervios nos quedamos 5 minutos más, y otros 10, y marco el Cádiz el 2 a 1 (Sambruno) y no nos volvimos a la boda hasta que terminó. Unos tios como trinquetes en chaqueta y corbata por el suelo celebrando que cada vez estábamos más cerca.
Llegamos a la boda por el segundo plato, cantando Ese Cádiz Oe! (por cierto una cena en la que gran parte de los comensales estaba pagado a transistor) y la gente nos saludaba como si hubieramos jugado nosotros, y además con alegría cadista. Nos pusieron el primer plato y el segundo isofacto, y en ese momento, no sé que fué a hacer la abuela (o pariente cercano de avanzada edad) del novio que se cayó dentro de la fuente que decoraba el lujoso patio, media boda asustada, la otra media de carcajada contenida, excepto nosotros que con varias copas de más, viendo el fútbol, acabamos cantando ¡A la fuente oé!... (toda celebración futbolística tiene como objetivo bañarse en una fuente) y que conste que no la secundamos porque el ascenso no era matemático del todo, que si no...