Tal cómo llegamos a la lonja, con nuestros nuevos amigos de Valencia, vimos el panorama gastronómico y tiramos de cabeza para la ducha a quitarnos el pestazo. Aunque nos quitan en la misma playa, antes de montarnos en el camión, los monos blancos y los tiran a contenedores, pero te traes toda la peste metida en el cuerpo. Al llegar a Muxía te recogen los guantes, botas de agua y los monos de trabajo de tela, para el día siguiente, ellos le ponen tu nombre y un equipo de voluntarios se dedica a lavarlos, y para el día siguiente. Entonces nos fuinmos al pabellón para coger los bartulos de la ducha y al lado de nuestros colchones, había mas colchones nuevos, es decir llegaron mas personas. Valencianos. Pero estos eran de otra expedición, eran de la Univesidad, y al lado nuestra coincidía que había bartulos femeninos, que a la postre resultarían de unas muchachas muy simpáticas y que hacían Tai Chi.
En la lonja, nos pusimos en fila para recoger la comida y nos pusieron los platos llenos hasta los bordes, de todo. Además, había un menú vegetariano, cosa que nos enterariamos después, gracias a las Tai Chiistas. Nos pusimos, como el birolo, junto con nuestros nuevos amigos valencianos.
Fuimos a tirarnos un rato en los colchones, una siestecita, que no venía nada mal. Y por el camino conocimos a tres chavales de 17 años, eran madrileños, pero dos de ellos que eran hermanos, habían nacido en Cádiz, por eso se nos acercaron, ya que empezaban a conocernos todos el pueblo ya cómo "los cadi". Esos niños estaban un poco zumbados, habían ido a limpiar, con un tio que conocían, vivían en su casa y él les mandaba las tareas a realizar, como por ser menores no les dejaban acercarse al chapapote, se pusieron a limpiar las playas de latas y basuras. Bueno, al final llegamos al pabellón y echamos una siesta de campeonato, cuando nos despertamos empezamos a jugar a las cartas con las muchachas de al lado, que ya nos conocían del día anterior, (esta no eran de Valencia).