24.9.06

Negro cómo el Azabache IV

Pués como iba diciendo, llego el final de la primera jornada de los voluntariosos voluntarios quitadores de chapapote del Prestige, para que veáis, que no quitamos chapapote de cualquiera.
El camino de vuelta, hacia Muxía, se realizaba en los mismos camiones militares, de la guerra de Filipinas por lo menos. Había por allí un italiano jubilado, que repartía café y panetonne, que estaba del carajo por cierto, el panetonne, a todos los voluntarios, y nosotros, como buenos agradecidos, nos pusimos a conversar con el tipo aquel, tan dicharachero y tan peculiar, que nos hizo repetir otra ración de sus suculentos manjares. Con el estomago lleno se hace todo mucho mejor. Y nos dispusimos a montarnos en cualquier camión para volver, ya que nuestros compañeros de expedición se habían adelantado y no nos apetecía buscar a nadie. Así que, decidimos montarnos en un camión lleno de valencianos que no conociamos de nada. Allí se lió la bronca padre, ya que unos valencianos empezaron a hablar en ese dialecto tan peculiar como es "el valenciano" y otros valencianos recriminaron la acción, puesto que al estar nosotros allí, no podíamos entender lo que decían y les parecia una falta de respeto hacía nuestra persona. Se enzarzaron en una discusión más que airada, hasta que le comente al compañero de fatigas:
- Fité los nota sto, peleandose por desí lo argo que me sudalapolla. Tesquí ya puí par caraho.
A lo que me contesta mi colega:
- Aro cohone, stanempajillaos.
Entonces se para la discusión en seco y empiezan a preguntar que estabamos diciendo, porque al final resulta que los que no nos entendían eran ellos, así que con el arte y la gracía de Cádiz, les explicamos que no pasaba nada, que podían hablar como quisieran, sin problema. Por cierto, todo esto hubo que decirlo despacito para que se enteraran. Alo que le siguió un:
- Sto es cadi y asqui hay que mamá.
Esa frase cambio el sentido de sus vidas, ya no había disputas, para ellos eso era el Edén, todo felicidad, risas y unos notas y unas notas asintiendo con la cabeza que nos la tenían que mamar, solo les faltó ponerse en fila, y entonces hubiera creido que nos la mamarían en la práctica, no solo en la teoría.
Comenzó una larga charla, que amenizó el viaje de vuelta a la Zona Cero (Muxía), en la que, sin darnos cuenta, nos habían bautizado como "los Cadi". Ellos venían de Valencia, una excursión que habían montado por su propia cuenta, para colaborar con la causa. Y como no cabían en el pabellón, tenían que dormir en un colegio, en el colegio.
Entre risas y demás, llegamos al improvisado comedor, la lonja...

1 comment:

totito said...

Curioso dialecto el valenciano, supongo que con paciencia se podrá aprender, encambio nuestra peculiar habla hizo perder la paciencia a mas de uno.
Extrahordinaria la conexion valenciana-gaditana.

vamos al sol

vamos al sol